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Robert Vargas un referente periodístico de la ética

Por Darwin Feliz Matos
Cada 5 de abril se celebra en la República Dominicana el Día Nacional del Periodista, en conmemoración de la aparición del primer periódico dominicano, El Telégrafo Constitucional, publicado en 1821 durante el período conocido como la España Boba.

Hoy quiero celebrarlo recordando a Jorge Salvador Ramos Vargas, popularmente conocido como Robert Vargas, quien fue un veterano periodista y maestro de generaciones que forjó su camino profesional basado en la ética del oficio.

Se caracterizó por ser un hombre de una inteligencia extraordinaria, que estaba dotado de una personalidad capaz de enfrentar la adversidad, mantener la calma bajo presión y tomar decisiones firmes, sin dejarse influenciar fácilmente por otros, a través de la cual dejaba traslucir un espíritu rebelde y al propio tiempo una bondad sin límites, que demostró en más de una ocasión, al brindar sus servicios de forma voluntaria a miles, quienes les era imposible fácilmente lograr ese objetivo.

Su desprendimiento y vocación de servicios era inigualable, su compromiso con la educación le llevó a forjarse como maestro de algunos centros educativos por más de tres décadas enseñando matemática y física en su “terruño” Santo Domingo Este, antes de asumir el periodismo como un sacerdocio.

Ejerció con decoro y demostración que se puede ser un ciudadano ejemplar desde cualquier responsabilidad que nos indiquen las circunstancias, aportando a la comunicación colectiva de casi tres generaciones, una ética y un afán por la búsqueda de la verdad y por la corrección del lenguaje utilizado para comunicar los acontecimientos.

Robert Vargas fue un consagrado periodista indomable, que decidió forjar su propio camino en el periodismo dominicano al fundar su “baluarte” al cual denominó como CiudadOriental, cuyo trabajo permitió construir la identidad de nuestro municipio y promovió su liderazgo, de personas desconocidas en los diferentes barrios quienes luego fueron verdaderos dirigentes.
Vargas fue un gladiador, un capitán que nunca abandonó el barco pese a las adversidades de la vida y los “duros golpes” de políticos resentidos, a quienes sus seguidores acostumbraron a solo aplaudirles y repetirles que todo estaba bien. Falleció físicamente, pero queda su legado, basado en el trabajo y la investigación, manteniendo la objetividad y preservar con la verdad para evitar que te desmientan, para no perder la credibilidad.

Su dedicación al trabajo le permitió cristalizar su sueño de convertir a su periódico en el de lectura obligatoria no solo para quienes vivimos en Santo Domingo Este, si no como referencia informativa y de consulta para los medios tradicionales que solo tiran la mirada para el municipio cuando pasa una desgracia o un hecho trascendental, como siempre recordaba el maestro Robert.

Para muchos era sorprendente de cómo Vargas logró convertir a su sala de su vivienda familiar, en la sala de recepción de su periódico donde personalidades de primacía en la vida política fueron entrevistados y presentaban sus propuestas en beneficio de Santo Domingo Este.

Lo recuerdo como un padre, un consejero que reprochaba las cosas que pudiera estar haciendo de forma errónea y celebraba mis éxitos como si fueran suyos, fue quien me brindó la primera oportunidad, al tiempo que ponderaba el trabajo y dedicación que hacía en las calles con mochila al hombro cargadas de sueños y esperanza.

Siempre me decía “tranca” no hagas nada en la vida esperanzado de que la gente te lo agradezca para que no te llenes de desilusiones, de por si la gente no agradece, sólo te busca cuando te necesita y cuándo logra sus objetivos dice que los obtuvo gracias a su trabajo”. ¡Carai! el tiempo le dio la razón.

De estar vivo, hoy sería un indignado ante tantas barbaridades que suceden en el país, que nos han curado de espanto. Sus noches las dedicaría a escribir y nos deleitaba en las mañanas, con sus crónicas en las que reseñaban su visión de las cosas…

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