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Políticos de base

Por Eddy Olivares Ortega
Para ganar el poder en una democracia cada voto cuenta. La sumatoria de votos es la que define el triunfo en unas elecciones. Por lo tanto, no miente un elector que ha votado por el candidato ganador, al proclamar haber sido el artífice del triunfo.

A propósito de la fascinación humana por la victoria y la negación de la derrota, Aristóteles sostuvo: “La victoria tiene muchas madres y la derrota es huérfana”. En ese mismo sentido, más de dos mil años después, el gran corso, Napoleón Bonaparte, que disfruto al máximo del éxtasis de la victoria y, también, sufrió la agonía de la derrota, hizo suya la citada frase y la modificó cómo sigue: “La victoria tiene cien padres y la derrota es huérfana”.

En una democracia representativa, se consideran dueños de la victoria, además del candidato ganador, los empresarios que contribuyen con el financiamiento de la campaña, la sociedad civil, los altamente costosos asesores extranjeros del candidato, el jefe de campaña y los dirigentes del partido.

Sin embargo, distinto a los tiempos en los que la lucha electoral tenía como objetivo supremo la instauración de la democracia, como en las elecciones de los 12 años de gobierno autoritario del presidente Balaguer, en las cuales se procuraba detener la caravana de asesinatos de los adversarios del régimen, principalmente los jóvenes, parar las inhumanas torturas, poner en libertad a los presos políticos y retornar a los exiliados, en la actualidad quienes contribuyen con el triunfo persiguen disfrutar del poder.

Las campañas electorales son cada vez más costosas, lo que hace que el financiamiento público a los partidos sea insuficiente, siendo la contribución privada, principalmente la proveniente del empresariado, necesaria para ganar las elecciones. Por este motivo, los empresarios que contribuyen de manera directa con el triunfo del candidato, independientemente de ser parte de organizaciones económicas que tienen poder en las decisiones políticas de una democracia, disfrutan a través del ganador de los beneficios del poder, lo que demuestra que los empresarios son dueños del triunfo.

Pero más que los empresarios, que contribuyen en bajo perfil, es la sociedad civil la que más alarde hace de su aporte al triunfo de un candidato opositor, lo mismo que el asesor extranjero de la campaña, quienes también, como dueños del triunfo, participan del poder.

Quienes en realidad garantizan el triunfo electoral son los dirigentes de base de los partidos, los cuales contribuyen cada día con la solución de los principales problemas de la comunidad, como son los de salud, alimentación, fallecimientos, desempleos, entre otros.

Cuando los anti-partidos declaran que ellos ganaron las elecciones y no el partido del candidato, cabe hacerles las interrogantes siguientes: ¿Puso usted el día de las elecciones 38 mil delegados y suplentes, bien entrenados, en los colegios electorales, para defender el voto? ¿Llevó usted un personal entrenado de 50 mil persona a los recintos electorales, para facilitar la votación a favor del candidato? ¿Tiene usted, por lo menos, 100 mil dirigentes de base, a quienes les guardan gratitud los electores, ayudando permanentemente a la comunidad?

Como se puede apreciar, las elecciones las ganan los dirigente de base, pero otros son los que se benefician del poder.

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