Opiniones

Mudos por conveniencia

Por German Marte

“El que nada debe, nada teme; el que mal anda, mal acaba” (Proverbios 10:9).

Tenía razón el poeta chileno más universal, Pablo Neruda, en 1966 en su “Versainograma a Santo Domingo”, cuando dice: “Las cosas no se aclaran nunca con el olvido ni con el silencio”.

Y que me perdonen los mudos.

Y también tienen razón la Sociedad Dominicana de Diarios cuando se queja del silencio con que se blindan los funcionarios públicos, y advierte que entre los mismos “existe una tendencia a preferir las notas de prensa y evitar, así, las preguntas del personal de prensa destacado por los medios en las fuentes informativas”.

Quienes han aconsejado el silencio por respuesta a los funcionarios o no les tienen confianza a ellos o les temen a que los ciudadanos conozcan la verdad a través de la prensa.

Los “sabios” estrategas del Gobierno “olvidan” que, tal como advierte la referida sociedad, que agrupa a todos los diarios dominicanos, “un ciudadano bien informado, un ciudadano que conoce el pensamiento y las metas de quienes lo dirigen es un ciudadano que está en mejores condiciones de ejercer sus derechos y contribuir con las intenciones y los objetivos positivos”.

También olvidan que un funcionario, comenzando por el Presidente de la República, es ante todo un servidor público, un asalariado, y que por ley está en la obligación de rendir cuentas a quienes depositaron en ellos la confianza para que administraran la cosa pública.

Si tuvieran humildad tan siquiera del tamaño de un granito de mostaza, en lugar de molestarse cuando un periodista le pregunta sobre algo concerniente a su función, responderían solícitos y explicarían -siempre en la medida de lo posible- los detalles que se les solicitan.

Claro, eso solo lo puede hacer quien no tiene nada que ocultar. Sin embargo, es común que quienes han metido la mano donde no debían, como ha ocurrido en la OMSA, Oisoe, Inapa, Corde, CEA, entre otras instituciones, les da con sufrir de estreñimiento de palabras.

Sería injusto decir que todo el funcionario que calla es porque algo oculta, pues debe haber algunos que no son amigos de lo ajeno, pero cómo distinguir el correcto del corrupto, si en lugar de colaboración y transparencia todos -o la gran mayoría- piensa y actúa como quien teme que lo ausculten, y creen que los periódicos son apenas reservorios de notas de prensa en las que ellos dicen solo lo que les parece.

Los funcionarios deberían entender que los medios -además de ser empresas con legítimos intereses particulares – son una especie de avenida de doble vía, a través de la cual la sociedad se expresa, pero también espera recibir informaciones fidedignas, muy especialmente de quienes administran lo que es de todos.

Cuando se silencia un escándalo de corrupción, ese silencio no hace más que acrecentar las sospechas y los rumores. También es útil a quienes buscan impunidad.

Por eso, una vez más, los funcionarios no deberían temer a hablar con la gente y más aun con la prensa, pues a fin de cuentas no son más que eso: servidores públicos.

Aunque muchos se han llegado a creer que están por encima del bien y del mal, y por tanto del escrutinio público, tan necesario para la transparencia y por tanto el fortalecimiento de la democracia.
germanmarte4@gmail.com

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