Opiniones

La importancia social de la Educación

La Educación no constituye una quimera utilizada como argumento de justificación política o social, sino una verdad por la cual, al menos RD, debe luchar.

Por Juan Alberto Liranzo
Técnicamente, llevo poco tiempo prestando servicios en calidad de Ministerio Publico en la unidad de Violencia de Género e Intrafamiliar después de haber sido traslado a esa dependencia desde el departamento de litigación definitiva en la provincia de Santo Domingo. En ambos departamentos, he experimentado la realidad que viven no pocos dominicanos en los sectores más vulnerables de nuestra ciudad, y quizás, del país entero.

Lo que me llama la atención de los casos que he podido asistir es su previsibilidad, o sea, que se trata de hechos perfectamente evitables por parte de los actores involucrados. Más aun, aquellos casos que dan al traste con episodios de espantosa violencia pudieron ser evitados si las partes, consciente de su estado, hubiesen tenido un mínimo de consciencia dada por algo que resulta ya repetitivo en nuestro país: Educación.

Muchas de las victimas que acuden a nuestras oficinas, así como detenidos, son personas en situaciones de vulnerabilidad no solo por aspectos puramente económicos, sino también de educación. Muchas mujeres por ejemplo, víctimas de abuso por parte de su pareja, presentan un cuadro de dependencia que se acentúa por la carencia de instrucción profesional o simplemente de educación básica, lo que conlleva a adolecer de una consciencia plena de su victimización y, sobre todo, a la imposibilidad iniciar una vida nueva y productiva al propio tiempo que rompen con el circulo de violencia que las afecta.

No decimos, por supuesto, que todas las víctimas o detenidos sean personas con bajos niveles de educación, o que la falta de educación es siempre la causa por la cual se genera la violencia o el delito, pero si es un factor importante que se debe tomar en cuenta. Manuel de Jesús Troncoso de la Concha en su Tratado de Derecho Administrativo nos dice que la Educación no se trata de instruir solamente en las materias básicas que forman al individuo profesionalmente, sino de adiestrarlo en valores y cultura; enseñar un modo de vida civilizado y decente.

Educación no es formar a un ciudadano en la ingeniería, literatura, medicina o derecho, sino decir por favor cuando se solicita algo o pedir excusas cuando se ha actuado de manera imprudente. Educación es estar conscientes del derecho que le asiste a los demás y sobre todo respetarlos; es saber que el prójimo merece respeto y debe ser tratado con todas las consideraciones que de ese respecto se desprenden.

La Educación no constituye una quimera utilizada como argumento de justificación política o social, sino una verdad por la cual, al menos Republica Dominicana, debe luchar. La famosa frase del gran humanista dominicano, Pedro Henríquez Ureña, aquella que presenta a la educación y a la cultura como único medio para salvar a los pueblos, es aplicable evidentemente a nuestro país; riqueza que debe buscarse con perentoria urgencia.

Nadie mejor que el humanista, descendiente de padres eminentemente cultos, reflexiona mejor al respecto:

“Sigo impenitente en la arcaica creencia de que la cultura salva a los pueblos. Y la cultura no existe, o no es genuina, cuando se orienta mal, cuando se vuelve instrumento de tendencias inferiores, de ambición comercial o política, pero tampoco existe, y ni siquiera puede simularse, cuando le falta la maquinaria de la instrucción. No es que la letra tenga para mi valor mágico. La letra es sólo un signo de que el hombre está en camino de aprender que hay formas de vida superiores a la suya y medios de llegar a esas formas superiores”.

¡Hay formas de vida superiores, y la educación es el único medio para llegar a ellas!

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