
Por Darwin Feliz Matos
Sin temor a equivocarme, Robert Vargas ha sido el periodista que más entrega, sangre, sudor y lágrimas sacrificó por Santo Domingo Este. Lo hizo por su identidad, por construir una marca ciudad, por los derechos ciudadanos, por la orientación social, por dar visibilidad a los olvidados y construir líderes en los barrios cuyos trabajos eran ignorados por otros, además, por ser un asesor gratuito de muchos políticos “unos que estuvieron en el poder y otros que hoy lo están”.
Lo conocí mientras él, grababa un video en el parque frente al Mercado de Los Mina, un sábado por la mañana a principio de la década del 2000, denunciando el deterioro de las estructuras metálicas del lugar. Desde entonces nunca me aparté él, de su casa dónde tanto él, como su esposa Cinthia me acogieron como un hijo a quienes agradeceré mientras me quede un soplo de vida.
Fue un regidor honorífico. Quienes asistíamos frecuentemente a las sesiones del Concejo de Regidores lo conocíamos como el “regidor número 34”, pues acudía a cada sesión religiosamente desde la creación del municipio. A esos ediles siempre les enseñaba algo que quizás desconocían, y los orientaba cuando entendía que se desviaban de su rol.
Robert fue un hombre no solo incorruptible, sino un ejemplo vivo de rectitud ética y moral.
Vargas se destacó por su incansable labor en favor de que todas las gestiones municipales se realizaran dentro del marco legal y ético. Muchas discusiones entre regidores “y otras muchas veces con el propio alcalde” fueron captadas por el lente de su cámara. Recuerdo, porque fui testigo, que incluso arriesgó su vida durante una sesión en la que, en medio de un conflicto entre ediles, volaban copas de cristal por los aires en plena Sala Capitular. Desde entonces, nunca más se usaron copas de vidrio en las sesiones.
Era frontal, pero también responsable. Siempre le gustaba andar solo, o en algunos casos me encontraba acompañándolo, como un alumno ávido de absorber sus ideas irreverentes, pero siempre apegadas a la verdad y en defensa de los más vulnerables. Siempre me aconsejaba “Tranca nunca permitas que te desmientan, pues trata de consultar bien ambas partes del conflicto, pues cuando te desmienten perderás credibilidad y es lo único con que cuenta un periodista”.
Robert lo dio todo. No buscó acumular riquezas ni ostentar bienes suntuosos. Su único patrimonio fue su legado de responsabilidad, transparencia y un ejemplo de cómo ejercer el periodismo con ética y compromiso.
El 4 de abril de 2024, por iniciativa del extinto regidor Abel Elías Matos, junto a las concejales Rosa Guilamo y Edita Sandoval, el Concejo de Regidores de Santo Domingo Este aprobó por unanimidad que una calle de Los Mina llevara el nombre del maestro, periodista y patriota Robert Vargas.
Se propuso que esa calle fuera la 17-I del sector Los Mina Sur. La “Junta de Vecinos Cristo Te Ama” no solo dio su no objeción, sino que se volcó en elogios hacia este ilustre comunicador, maestro y filántropo.
La propuesta no se detuvo ahí. Además de ese gesto simbólico, se aprobó la instalación de un busto en su honor. Robert Vargas fue un hombre cuyo legado trascendió las páginas de los periódicos, dejando una marca indeleble en la historia de la comunicación local y varios centros educativos.
Nada me ha dado mayor satisfacción que ese reconocimiento póstumo a este titán. Sin embargo, a más de un año de haber sido aprobada esta iniciativa por unanimidad de todo el pleno del concejo presente todavía no se ha ejecutado.
Manos ocultas siguen bloqueando su materialización.
Me pregunto: ¿por qué tanta mezquindad? ¿Por qué tan poco respeto hacia quien debería ser motivo de orgullo para este municipio? Se ignora su sacrificio y legado, y peor aún, se prefiere rendir homenaje a otros sin méritos, solo por el capricho de aparentar que cumplen con un rol institucional.
¿O será que ciertos resentidos sociales de la política, hoy alejados del poder, mueven desde las sombras sus “manos oscuras” para impedir que se rinda homenaje a un hombre que en vida fue educador ejemplar, periodista comprometido, filántropo incansable y firme defensor de Santo Domingo Este? Resulta incomprensible que, aun después de su partida, se le niegue el merecido reconocimiento a una figura que entregó lo mejor de sí por el bienestar colectivo, solo porque su legado molesta a quienes jamás han podido construir uno propio.