Editorial

Editorial: Los regidores de Santo Domingo Norte continúan violando su propio reglamento

La imagen del Concejo de Regidores del municipio Santo Domingo Norte sigue deteriorándose, no por falta de recursos ni de atribuciones, sino por la irresponsabilidad y la falta de disciplina de algunos de sus miembros. La impuntualidad reiterada, la improvisación en las convocatorias y el irrespeto a su propio reglamento interno se han convertido en una práctica común que mina la credibilidad institucional del órgano edilicio.

Las sesiones ordinarias, que deberían iniciar a las 10:00 de la mañana, rara vez comienzan a tiempo. Pasa una hora, a veces dos, antes de que se logre el quórum necesario, mientras ciudadanos y miembros de la prensa esperan sin explicación. En ocasiones, los concejales se encierran en el ya famoso “cuarto de los amarres”, un espacio donde las conversaciones informales sustituyen el debate serio que debería caracterizar la labor legislativa municipal.

Más grave aún es la constante violación de los plazos de convocatoria establecidos en su reglamento. Las reuniones se programan sin el tiempo de antelación requerido y sin la debida participación de la alcaldesa ni del secretario general del Ayuntamiento, quienes por ley y por respeto institucional deberían ser convocados para representar la administración municipal.

Esta conducta no solo demuestra desorganización y falta de compromiso, sino también una preocupante indiferencia hacia el pueblo que los eligió. Los regidores de Santo Domingo Norte son funcionarios electos, remunerados con fondos públicos, y su primera obligación es cumplir con sus responsabilidades con eficiencia, puntualidad y transparencia.

El Concejo de Regidores debe ser ejemplo de orden y respeto institucional, no escenario de desidia y desinterés. Si sus miembros continúan actuando al margen de las normas que ellos mismos aprobaron, perderán por completo la confianza ciudadana y el respeto de las instituciones.

Santo Domingo Norte merece una representación edilicia digna, responsable y comprometida con el bienestar colectivo. Cumplir con el reglamento no es una opción: es un deber ineludible

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